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Hacktivismo: ¿delito o comunicación ciudadana?

La comunicación se entiende como el acto de relación entre dos o más sujetos, mediante el cual se persigue evoca un fin común.

Para poder hacerlo, no sólo se trata el compartir un concepto o fin común, sino compartir experiencias similares que evoquen lo que sea que se tenga en común.

Como disciplina de las ciencias sociales, se aboca a estudiar los fenómenos que la sociedad experimenta para comunicar una idea, un evento, un pensamiento, la información de un grupo de personas o incluso datos personales y las repercusiones que pudieran tener.

Hoy, a través de distintos medios de comunicación, se habla de sociedad de la información, en la que los individuos parecen interrelacionarse en el ambiente web, para poner todas estas cosas en común mediante las redes sociales, correo electrónico, redes empresariales, información en la nube, etcétera.

Al considerar este panorama, en el que los conceptos tecnología, información y comunicación parecen formar un campo semántico, parece imperante que el concepto seguridad también lo sea, ya que la idea de que un nuevo y diferente paradigma de la comunicación ha impactado a la información con estas tecnologías produciendo resultados desconcertantes para el área de la seguridad de la información, es cada vez más palpable.

Analicemos.

Primero, es necesario entender que al referirme a un paradigma de la comunicación lo hago a  “una forma de dar cuenta de que las características de esta sociedad de la información afectan a todos los ámbitos de la vida social, construyendo de esa manera una serie de acuerdos, certezas, valores, en definitiva formas de ser y hacer”[1].

Aparentemente, el paradigma señala que el individuo de esta sociedad de la información a medida que tiene acceso a una diversificación de tecnologías, le es más fácil apoderarse y cumplir con una tarea mediática que lo pondrá en el centro del acontecer cotidiano; y más aún beneficios que antes no conocía como la inmediatez, el anonimato y la masificación.

Lo anterior hace preciso mencionar algunos de los hechos que han marcado la evolución de la sociedad de la información, para después ir directo a explicar cómo esas características intervienen en la seguridad de la información.

Antecedentes

Algunos eventos sucedidos a principios del siglo XX, bien podrían ser los antecedentes claros del punto actual en el que nos encontramos, y el cual quisiera evaluar en esta ocasión.

Brevemente los señalo:

1)      El nacimiento, en 1908, del término “medios de comunicación”; en el que Charles Horton Colley, agremió a la prensa, radiotelegrafía, radiotelefonía, carreteras y vías de ferrocarril, al considerar que la emisión y/o transportación de los mensajes acercaban a los emisores con sus receptores.

2)      La Primer Guerra Mundial proporciona la perspectiva del poder que la propaganda podía tener sobre la opinión pública, al utilizar distintos medios para enviar a los ciudadanos estímulos hábilmente dirigidos que, según creían, serían entendidos y respondidos a un mismo nivel por cada una de ellos.

3)      Con la posición que la comunicación se acompaña únicamente del estímulo-respuesta, se da por sentado que la respuesta positiva de las mayorías resulta capital para la funcionalidad de un sistema social dado.

4)       La aparición de tecnologías digitales resulta en el planteamiento de la teoría matemática de la comunicación, en el que se aprecia que los individuos pueden sostener procesos comunicacionales a través de la circulación de mensajes entre máquinas por medio de canales electrónicos.

Relaciones sociales a través de los medios digitales

Los antecedentes anteriores dan pista del terreno hacia el que me quiero aproximar, como punto crucial de este análisis del paradigma.

Si consideramos que la relación social es el proceso mediante el cual los individuos son capaces de tener cosas en común, sin importar si son o no contrarios; y que la acción social es el desarrollo de una idea compartida por los individuos por la acción de otro u otros; entonces alcanzaremos a discernir que tanto la relación social como la acción social afectan los modos de percepción que resultan en modos diferentes de comprender la realidad.

Este fenómeno se agudiza cuando se trata de relaciones y acciones sociales desarrolladas a través de las tecnologías, pues uno de los puntos que más se afectan es el de la identidad.

La identidad a través de estos medios electrónicos se confecciona y adapta a formas como las siguientes:

1)      Dilución de la posición espacial y tiempo. “Los participantes actúan aquí e intervienen allá”.

2)      Adquisición de más de una identidad, por lo que pueden intervenir en diversos y muchos allás. Por ejemplo la creación de Avatares.

3)       Dirección de correo electrónico y de página web (también cuenta el proveedor). El nombre de dominios en Internet (DNS) permiten ser buscados e identificados por los “otros”.

4)      Cuentas de redes sociales que se tienen que gestionar y organizar (también cuenta el proveedor).

En conjunto, se puede decir que la identidad creada a través de este tipo de recursos tecnológicos no responde a un único nombre, sino a la multiplicidad de los que se pueden crear. Esta pluralidad hace que los usuarios se pueden atrever a realizar múltiples tareas en la red, unas que por supuesto pueden ser bien intencionadas y otras que no.

Nos vamos acercando a lo que pretendo dilucidar: ¿cómo estas transformaciones están modificando los procesos de comunicación de los individuos a través de la creación de una nueva forma de identidad enfocada a telemovimientos sociales?

Un hecho, que a pesar de las consideraciones anteriores queda, es el tema de la individualidad y la agrupación. Aquí, los individuos, por intereses varios, se asocian libremente entre sí, a pesar de las fronteras, las diferencias de horarios y las formas de gobierno, logrando incluso trascender de las redes y saltar a la realidad física.

A este punto, llegamos al análisis medular que da razón a lo que vengo elucidando. Durante los últimos meses, la sociedad internacional ha sido testigo de diferentes movimientos encausados por usuarios de redes sociales, quienes en el ímpetu de compartir con sus pares, han logrado derrocar a gobiernos autoritarios, alentar la constitución de grupos hacktivistas,  ejecutar ataques a organizaciones estatales o privadas, en fin, una serie de eventos que no dejan duda a que la manera de comunicarnos ha cambiado.

Los movimientos ciberculturistas y hacktivistas

La cibercultura y la cultura hacker parecen estar transformando la comunicación más allá de lo que los medios de comunicación digital o tradicional lo han hecho. Varios aspectos han cambiado.

La aparición de una cibercultura libertaria por Internet ha añadido y añade un ingrediente cultural controvertido a las formas tradicionales de expresión. Los carteles, los magnetófonos, los pregoneros y la comunicación de boca en boca van paulatinamente cediendo al nuevo orden: la construcción de espacios virtuales para la acción y las relaciones sociales.

La cultura hacking, al parecer no tan reciente como parece, también va haciendo lo propio. El enfoque tiene sus variantes, ya que el comienzo de ésta se enfoca en romper las protecciones de copiado o las reglas impuestas por el mundo informático.

Como parte de un espíritu muy post-setentas, el 8 de enero de 1986, se publicó un Manifiesto Hacker, en el que detallan 6 principios “éticos” que describirían la naturaleza de sus actos, y cuál sería su lucha:

Principio 1. Los accesos a los equipos deberían ser ilimitados y totales, a fin de que la humanidad pueda aprender cuáles son las tendencias por las que se dirige el mundo.

Principio 2. La información deberá ser libre y gratuita.

Principio 3. Desconfiar de cualquier autoridad y pugnar por la descentralización.

Principio 4. Los hackers deberán ser juzgados de acuerdo a sus obras, y no según el criterio de quienes juzgan fácticamente como la posición, edad, nacionalidad o títulos.

Principio 5. Libertad para crear arte y estética en una computadora.

Principio 6. Las computadoras se crearon para cambiar la vida.

Para ellos, lo imperante de liberar información, responde a una necesidad práctica de compartir el conocimiento para mejorar las capacidades de las computadoras. Hoy, en un mundo donde la mayoría de la información es tratada a través de las computadoras, la necesidad es  la misma.

Uno de los casos más célebres, es como sabemos el de John Draper, alías “Capitán Crunch”, quien es reconocido por ser uno de los pioneros en hackear la industria de las telecomunicaciones. Su inventó consistió en la llamada “caja azul”.

Desde entonces, la cultura hacktivista, quizá por el perfil de preparación y conocimientos, ha sido más activa que la construcción de la cibercultura, a la cual las poblaciones del orbe se han ido integrado paulatinamente, unas más rápido que otras, haciendo de este modo que parte de sus reglas sean una parte reglamentaria de Internet.

La cultura hacktivista se asume como parte de la construcción y el desarrollo de lo que es Internet para hacer circular la información; está impregnada de diversas prácticas: una de las más lógicas es la labor periodística.

Un caso fue Indymedia, que nació en 1999 para cubrir las expresiones de rechazo a la reunión de FMI y de la OMC en Seattle, fue uno de los precursores: esta red de colectivos, basada en el principio de la publicación abierta y el “periodismo ciudadano”, en el que los grandes medios de comunicación social, no puedan intervenir para maquillar el descontento de los ciudadanos.

Un hecho reciente fue el caso WikiLeaks, el cual todavía tiene cierto impacto a nivel internacional en los medios de comunicación, ya que WikiLeaks reinventó en la opinión pública el significado de la “fuga de información” con protección de fuentes, una entrega ad-hoc transparente y compartida, cumpliendo con lo establecido por los primeros hackers.

A raíz del escándalo de WikiLeaks, cobraron más relevancia las operaciones de Anonymous, una comunidad internauta anónima que pregona el derecho a la libertad de expresión en Internet. Su principal forma de acción  ha sido realizar ataques DDoS contra aquellos sitios que se opongan a los valores que defiende el movimiento. En esta situación se han visto afectados PayPal, MasterCard, entre otros, por haber decidido interrumpir los servicios destinados a WikiLeaks.

Como vemos, los hechos van cambiando. El hacking ya no es sólo un hecho exclusivo de aquellos genios. La llegada de diversas industrias del entretenimiento en línea, y las nuevas barreras sobre los contenidos puestos en línea, implica que todo el mundo esté hoy por hoy pendiente sobre lo que ocurre en Internet.

Esta atención se ve reflejada en la cultura de masas; así, lo que sucede en este medio de comunicación da contenidos a los otros medios como el cine, la televisión y la prensa.

Por mencionar algunas películas Matrix, Tron, Millenium y Red Social. Esta última consagrada a recapitular la vida del creador de Facebook.

Esta red social, después de todo, es un remanente derivado de la cultura hacking, nació de una asociación hacker; y su fundador la creó para poder colectar los datos de las chicas más guapas de su campus, aún así Mark retuvo dos de los principios de la cultura de los hackers:

  • No jugar con los datos de otros.
  • Favorecer el acceso a la información pública, proteger el derecho a la información privada.

Perspectivas a futuro

Como se ha revisado, la cultura de masas cambia. Los movimientos sociales tienen nueva táctica militante.  Sin embargo, como en el pasado, los ciudadanos siguen, y muy probablemente seguirán, apoderándose subterráneamente de los medios para expresar sus diferencias o empatías.

Teniendo en cuenta esta cualidad social, se pueden plantear algunas de estas tendencias en el futuro del paradigma:

  • Los movimiento sociales encuentran en la Web un camino amplio y dinámico para alentar “un nuevo orden de administración del poder”; tal y como la opinión pública pudo corroborar durante el llamado “Despertar de Oriente”, en el que pueblos de esa región del mundo, lograron coordinarse a través de las redes sociales para derrocar o incentivar una reforma a la política estatal.
  • Los ciudadanos, usuarios o no usuarios de las tecnologías, iremos incorporando a nuestro imaginario colectivo los términos definitorios de esta “ciber corriente del pensamiento”, tales como hacktivismo, DDoS, entre otros, hasta llegar a ser genéricos. Lo mismo ocurrirá con los grupos hacktivistas como los mencionados Anonymous, LulSec, etcétera. 
  • México y otras naciones latinoamericanas comenzarán a incluirse en este cambio social. El antecedente más cercano lo tuvimos con el EZLN (iniciado en 1994), que de una u otra manera, logró poner a México en los temas globales, a tal punto que personas de otras naciones estudiaran o participaran en él.

Muchos aspectos sociales serán transformados profundamente:

-          Educativos. La educación intensificará sus programas a distancia. Las aulas y profesores virtuales serán cada vez más comunes, generando espacios nuevos, que por supuesto representarán un espacio de interacción comunicacional que requerirá seguridad.

-          Psicológicos. La adquisición de identidad, estereotipo y arquetipos entre grupos sociales, podrán generar alianzas estratégicas de colaboración, e incluso, no hay que descartar, conflictos en los que se podrán gestar otros tipos de movimientos sociales.

-          Económicos. Las intrusiones a distintos sitios, sean gubernamentales o empresariales, generan impactos económicos, en los que no hay que dudarlo, en el corto plazo la Economía tendrá que realizar una propuesta seria al respecto.

-          E incluso, las relaciones personales. Amor, conocer amigos, incluso ciber-sexo, son temas de moda; sin embargo, el boom de tecnologías móviles representan otro ingrediente extra en la transformación de comunicar e informar a nuestros semejantes.

Conclusión

El comportamiento hacktivista es controversial, aún así como usuarios de tecnologías, y dueños de nuestra información, debemos aprender qué rol queremos jugar en la actividad en línea; recordando que nuestro derecho termina donde empieza el del otro. Si bien existe el derecho a protestar, también es necesario hacer conciencia y agotar todos los canales de comunicación; así, al final lograremos una perspectiva diferente de interacción en el que la comunicación y la seguridad de la información se entenderán para concretar un acto social positivo.

Referencias

 


[1]  Rodrigo Prieto, en su libro Casi todos en línea, retazos de una sociedad en red, p. 19

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